Así lo escribí en mi bitácora: “tomaré la sonrisa más hermosa
que haya en ti”. Todos los días corrí a las 5 de la mañana a tu
encuentro, era una expectación digna de la mejor historia de amor, y era sólo
entre tú y yo, mi Dios, mi mejor amigo y mi todo, sólo a ti te cuento mis
sueños, mis miedos, los errores, todo aquello que en mi mente eran locas
fantasías, pero sabía que para ti no hay imposibles.
Y quiero arrancarte una sonrisa, porque sabrás que eres
mi todo, que hoy anoté en mi diario una carita feliz, porque sé que estuviste
ahí, y lo hice a tu manera, decidí humillarme sabiendo que ante mi orgullo tus lágrimas
corrían, te doliste cuando mis ojos altivos se levantaron para juzgar, y me
dijiste: ¡El amor todo lo perdona! Entonces quise entender ¿Qué
es el verdadero amor? Ese día le dije a mi mamá:
- Yo creo que el amor de Dios va más allá, que es otra
cosa, que ni tú ni yo conocemos o podemos comprender, aunque me ames y me
defiendas, él me ama más que tú.
Ella me miró
sonriente, porque también lo había entendido, entonces corrí a tu encuentro y
anoté que hoy me diste una palabra, Salmo 51, ridículamente claro, ¿por qué nos
complicamos tanto? Cuando sólo una frase lo explica todo: “Dios es amor” ¿Por qué
no puedo amar como tú? Me pregunto. Mis palabras son sombras ante ti, por eso en
tu presencia guardo silencio y escucho.
Hoy anoté mi
carita triste, pero aún en ella estuve sonriendo, cosa extraña, pero ahora sé
que en esas tristezas trabajas más poderosamente en mí, y cuando lloro te digo:
¡Lo
hice mal! Pero sé que en ese momento también puedo arrancarte una
sonrisa, porque soy sincero y he puesto mi corazón ante ti, una ofrenda grata a
tus ojos, no por mí, no porque sea bueno, sino que en él habitas tú.
Así lo anoté
en mi bitácora, que hoy haré todo porque ¡te arrancaré una sonrisa! Esa es mi
meta, en mi vida el único protagonista
eres tú, mi Dios, mi todo, correré a tu encuentro, como en la mejor historia de
amor, la más grande de todos los tiempos, coronada, adornada con las más
delicadas rosas, con el olor del más fino sándalo, que nace desde la última hoja
que cayó en el otoño hasta el primer capullo de la primavera.
Así como se renuevan los árboles luego del
invierno, así harás Tú conmigo, correré a tus brazos como el sediento ante el
oasis, serás ese bálsamo que sane mis heridas, el que llene los vacíos de mi
corazón, la brisa que agita mi ser, esto sólo entre tú y yo, porque sé que: “Te
arrancaré una sonrisa”
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